MEXICAN CLOWN
No podría precisar el año con certeza, pero fue antes de que el mundo se cubriera de silencio y mascarillas. Una tarde cualquiera, al salir de mi negocio, se me acercó Pepe, mi vecino de unos cuantos metros más allá.
—Lalo —llamó con voz apurada, mientras a lo lejos resonaban los cencerros de los hombres de la basura—. Voy a tirar un mueble que fue de mis abuelos, luego de mis padres... Está viejo, desvencijado. ¿Quieres verlo?
No dudé ni un instante. Al cruzar el umbral de su casa, me encontré con aquel mueble de tres cajones, antaño cuatro, pero el último se había perdido en el tiempo. La madera, ajada por los años, aún conservaba su dignidad.
—Lo quiero —dije sin vacilar—. ¿Cuánto te debo?
—¡Nada! —exclamó Pepe con una risa breve—. Es basura.
Me acerqué, repasando con la mirada cada huella de su historia.
—¿De qué época será? —pregunté.
Pepe frunció el ceño, buscando entre sus recuerdos.
—Debe ser de principios de siglo… Mira, aquí tiene esta calcomanía del Paletón Corona. Se la pegué cuando era niño.
Observé aquel vestigio de otro tiempo, un payaso sonriente sobre el barniz desgastado. Pepe ya ha cruzado el umbral de los cincuenta; aquella pegatina debía llevar algo como el medio siglo anclada en la madera.
Llevamos el mueble al taller, donde aguardó, paciente, su turno. Era una pieza modesta para su época, sin rastro de materiales prefabricados, todo en madera natural, desde las correderas de los cajones hasta el fondo trasero, ensamblado con tablillas tan delgadas como la sierra cinta lo permitía, en un afán de aprovechar hasta la última astilla.
Y así quedó, postergado entre proyectos urgentes, esperando su momento.
Años después, en 2024, el destino lo reclamó de nuevo. Conocí a Demian, y entre charlas sobre arte y el sueño de una galería, nació la primera exposición: Anatomía del miedo. Y con ella, una idea.
El viejo mueble renacería.
Demian vio en aquella calcomanía algo más que un simple adorno infantil; era el germen de Mexican Clown, una pieza entrelazada con su propia historia y su paso por Francia. Las manos del artista transformarían la madera desgastada en un testimonio, un puente entre pasado y presente.
Porque hay objetos que trascienden su tiempo, que no se resignan a la condena del olvido. Y este, que alguna vez fue solo un mueble viejo destinado a la basura, se alzó como una obra de arte, portador de memorias, símbolo de transformación.
